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Por razones que no critico he visto que a nadie le gusta que venga un extranjero a hablar mal de su país. Cuando estaba en Cuba y escuchaba a un extranjero refiriéndose con desprecio a alguna situación de mi patria me venían a la mente grandes deseos de mandarlo al carajo.

Una vez un taxista madrileño le preguntó a mi hermano que cuando íbamos a tumbar a Castro. Mi hermano le respondió que si a él le preocupaba que se fuera a Cuba a tumbarlo.

Viviendo en Madrid me he encontrado en situaciones donde mis interlocutores han pensado que estoy criticando al país y he visto en sus caras la molestia. Un ejemplo ocurrió cuando hablaba con una amiga acerca de la dificultad de encontrar un buen jugo de frutas que me agradara. Como se dice en España, un zumo. Estaba acostumbrado a los jugos cubanos de la marca Tropical Island, de sabor intenso y hechos con la pulpa y al llegar a Madrid me encontré los jugos light, claros y de sabor ligero y no pude ni he podido con ellos. Cuando dije que no encontraba un jugo que me gustara y que lo que tomaba en la Habana me parecía muy bueno, la amiga se molestó y me dijo que por supuesto, viviendo en un país tropical, los jugos debían ser mejores. No son mejores, sólo son diferentes, y al mismo tiempo si, son mejores y bien.

En otra oportunidad hablando con otra persona le comentaba que los españoles no tenían como algo importante el aprendizaje de un segundo idioma, en este caso en inglés. En Cuba, además de enseñar inglés desde la secundaria existen muchas escuelas de idioma que están repletas, es posible que con mujeres y hombres aunque yo lo que recuerdo son muchas mujeres bonitas intentando aprender inglés.  Al menos en Madrid, cuando habla con alguien, si bien reconoce la necesidad de aprender inglés, no da el paso para hacerlo, algo que ha sido reconocido en la prensa así que no soy yo el primero que lo digo. Pues bien, también la persona se molestó por estas cosas que decía. Tal vez habrá pensado que quién carajos era yo, un extranjero, para venir aquí a decirle a los españoles qué tienen que hacer.

Y yo quisiera callarme y no decirles a los españoles que tienen que hacer, pero no puedo. No digo lo que hay que hacer, sólo doy una opinión. No pienso ni como extranjero ni como español ni como cubano. Pienso como ser humano y no doy consejos sólo doy opiniones en un país donde en teoría, y cada vez veo más que se trata de una teoría, puedo expresarme libremente y decir lo que entienda.

Pero ya estoy medio curado de espanto, por eso cuando veo a alguien protestando por los recortes sanitarios, por los recortes de salud, y por la cara tan dura que tienen los políticos, aunque me solidarizo con ellos no participo no vaya a ser que piensen que como soy extranjero no tengo derecho a la crítica.

Y peor aún es la situación de la autocrítica. Esa sí que no existe por aquí. Las culpas siempre la tienen los otros, pero me voy a permitir no continuar no vaya a ser que alguien se moleste pensando que qué hace un extranjero que para colmo han acogido en España (no sé muy bien quienes porque en realidad han sido muy pocos los que me han acogido, e incluso algunos que decían ser mis amigos tienen mucho trabajo y muchos problemas para pasar un rato conmigo) se dedique a minar el prestigio de un país tan importante. ¡Viva España! Y  que conste que lo digo de verdad.

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Todos los que tienen la mente abierta alrededor de lo que sucede en Cuba pensábamos que en un futuro, si llegan a cambiar las cosas en la isla, Oswaldo Payá tendría un puesto destacado en la nueva sociedad. Ya no lo tendrá. Un desafortunado accidente automovilístico sesgo su vida.

No soy de los que piensa y que de que ha habido una conspiración para matarlo, algo que al mismo tiempo reconozco que no sería del todo este año en la Cuba que conocemos. Aún así veo muy extraño este accidente y lo más preocupante es que tanto el noticiero nacional de televisión como el periódico Granma le hayan prestado tanta atención.

Oswaldo no era un carismático líder ni era seguido por miles de personas, pero si tenía un pensamiento político definido, y había sido uno de los pocos, por no decir el único, que había logrado, utilizando los resquicios que brinda el sistema político cubano, resquicios que por otra parte están ahí de manera involuntaria, demostrar la ilegalidad de muchas maneras de actuar del gobierno que actualmente tenemos. Su gran visión del presente y del futuro podrían convertirlo en una referencia para muchos cubanos honestos que desean un cambio político y económico en la isla que permita quitarnos la bota que cada día más pesa sobre nuestro cuello.

El año pasado falleció Laura Pollan en circunstancias que no se vieron claras en ningún momento, ahora fallece Oswaldo Payá en circunstancias que aún están por aclarar. Si en lo que resta de este año o los primeros meses del próximo fallece casualmente otro de los principales opositores al gobierno cubano ya habrá que pensar que las casualidades son demasiadas.

Aquí podemos ver en este enlace lo que cuenta el noticiero acerca del accidente.

http://www.youtube.com/watch?v=1s_iAAplJvE

Y un texto valorativo acerca de lo que cuenta el Granma.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/granma-la-mentira-y-el-cinismo-278938

Gritos de libertad

Publicado: 3 agosto, 2012 en De Cuba
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Con la excepción de Cuba, en todas partes del mundo corren los videos aficionados que se han filmado alrededor del entierro del opositor cubano Oswaldo Payá. Y para muchos extranjeros, las razones del abuso policiaco no acaban de quedar claras aunque todo el mundo las ve.

Resulta que un grupo de personas están gritando libertad y en vez de ser apoyados vemos a otro grupo de personas que considera que pedir libertad es algo negativo y malo, posiblemente sea políticamente incorrecto. Específicamente en la situación cubana pedir libertad es ser un disidente, un contrarrevolucionario, y estar apoyado por «la mafia de Miami».

O sea, que valorando de forma simple y sencilla el asunto, resulta que hablar de libertad o gritar la palabra libertad puede ser mal visto en Cuba. ¿Por qué? ¿No tenemos acaso un gobierno que se ha herido y autoproclamado paradigma de la libertad? ¿Entonces por qué, cuando alguien grita libertad en vez de apoyarlo y aplaudirlo lo golpean? Hay algo muy raro en este asunto. Pueden verlo en este link.

http://www.youtube.com/watch?v=2kSYBu702aE

A lo mejor ya no recuerdan esta frase, pero todo cubano que  haya sido educado a través del sistema nacional de educación durante los años
60 y primera mitad de los 70, de alguna manera debe haber escuchado esta frase.  Atribuida no sé a ciencia cierta si al Che o a José Martí, que era de quien intentaban hacernos aprender, se utilizaba como lema ya fuera formando fila en la brigada antes de salir a trabajar al campo o al lado de nuestra litera en las inspecciones que se realizaban a diario.

Con el paso de los años y el hecho de que hayamos logrado aprender a pensar, hemos descubierto el mensaje subliminal que no querían meter
en la cabeza con la repetición de esta frase. Y ahora lo veo muy claro, dónde soy más útil no era exactamente la pregunta, sino ¿quién define mi utilidad?

Eran los primeros 70 y mientras decíamos el lema, niños pre adolescentes, algunos pensaban que su deber era ser guerrillero en un país lejano
y morir como el Che. Otros, o eran más cobardes, o eran más pragmáticos, pero pensaba que ojalá su deber estuviera como diplomático, también en un país lejano, como Japón, y vivir como indican los patrones que debe ser la buena vida, pero estoy seguro que esos eran los menos. Nos habían educado con el desprecio a la buena vida y a la opulencia, y la conciencia del sacrificio y el amor al trabajo.

Parece que no nos educaron tan bien como pensaban. O lo que es posible incluso probable, que es que nos hayamos cansado de sacrificio y
amor a un trabajo que no satisface las más imperiosas necesidades del ser humano. A lo mejor abrimos los ojos y nos dimos cuenta que los que nos señalaban cuál era nuestro deber, venían en un transporte propio que no teníamos nosotros, con mejor ropa que nosotros, y hasta perfumados, ayudándonos a pensar que no era posible tanta casualidad como para qué su deber y mi deber estuvieron enfocados a situaciones tan diferentes en las cuales siempre seguía perdiendo yo.

La última exigencia de este tipo la escuché en los 90, cuando muchos turistas que iban a Cuba ante la caída del campo socialista nos pedían
que resistiéramos. No resistíamos por complacerlos si no porque no quedaba más remedio. Además, tampoco los hubiéramos complacido, porque todos los cubanos sabemos que es muy fácil ser progresista con derecho a viajar a todo el mundo mientras los cubanos seguimos prisioneros en nuestra propia isla. Y este es sólo un ejemplo de cuán fácil puede ser declararse progresista con euros, progresistas con comida, progresistas con cuello y corbata.